Se puede sacudir el lenguaje musical sin renunciar a la belleza.
Se puede chocar de frente con el conservatorio sin desdeñar la tradición.
Se puede ser revolucionario sin ser especialmente aparatoso.
Nadie demostró mejor que todo eso es posible que Claude Debussy (1862 - 1918).
Al compositor francés no le acompañaron la violencia y el escándalo como a Stravinski cuando estrenó La consagración de la primavera.
Tampoco se propuso ahuyentar al público de las salas de concierto como hizo Arnold Schönberg.
Debussy podía y quería ser radical anteponiendo la seducción a la provocación.
Estas aseveraciones que compartimos plenamente forman parte de un ensayo con el nombre de Debussy. Un pintor de sonidos, escrito por Stephen Walsh, del que se puede leer un amplio artículo que, por sí mismo, nos introduce en la personalidad de Debussy, publicado por la revista Hoyesarte y que podemos leer AQUÍ
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