Estableció nuevos estándares tanto para la ópera cómica como para la seria antes de retirarse de la composición a gran escala cuando aún estaba en la treintena de edad, en el apogeo de su popularidad.
A su regreso a París en 1855 se hizo famoso por sus salones musicales de los sábados, a los que asistían regularmente músicos y círculos artísticos y de moda de París, figurando entre sus invitados Franz Liszt, Antón Rubinstein, Giuseppe Verdi, Meyerbeer y Joseph Joachim.
Y, si bien solemos recordar siempre a Rossini por sus óperas cómicas, nosotros en esta ocasión queremos resaltar que, con ser mucho, su Música iba mucho más allá como lo dejó demostrado en su última gran composición, la Pequeña Misa Solemne.
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