Cuando ya se aproximaba el final de sus días y su salud comenzaba a empeorar, Weber recibió el encargo desde el Covent Garden de Londres de componer una ópera en inglés, que sería su tercera gran obra escénica: Oberon.
Se puso a trabajar de inmediato y aprendió el idioma con tal grado de perfección, que en toda la ópera se encontró un solo error de texto. Unos meses antes del estreno se trasladó a Londres donde su salud fue empeorando durante los ensayos. Poco después de estrenarse la ópera, que fue acogida con gran éxito, Weber murió en la casa de su anfitrión, por causa de una afección pulmonar el 5 de junio de 1826.
Además de sus tres óperas, consideradas por muchos como verdaderas obras maestras de la música escénica, Weber escribió otras muchas composiciones.
Son especialmente conocidas sus obras para piano solo y para piano y orquesta, sus dos sinfonías, su quinteto para clarinete y sus célebres conciertos para clarinete y orquesta y su conocido Concertino para trompa y orquesta (Weber), el cual destaca porque usa elementos especiales: hay notas que deben ser tocadas y cantadas a la vez. Esto genera una tercera nota, formando así un acorde.
Hay que tener en cuenta, además, que por aquel entonces la trompa no contaba con válvulas o pistones.
También compuso dos misas, ocho cantatas, numerosas canciones y otras obras de diverso carácter.
Y aunque tenga páginas dignas de reseñar en esta nota, queremos en este momento rendir homenaje al instrumento de la Trompa y para el que tan pocos conciertos como solista se han compuesto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario