ProMúsica Águilas, conjuntamente con la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia y su directora, Virginia Martinez, han decidido con gran acierto que una temporada tan brillante merecía un colofón digno de ella, y la Suite Los Planetas ha sido la obra elegida y sobre la que, a modo de epílogo, queremos incluir algunos apuntes adicionales, comenzando por el gran esfuerzo que se deberá hacer al adaptar el escenario a la gran cantidad de músicos y coros que deberán estar presentes.
Los cielos siempre han sido fuente de inspiración y asombro para el ser humano y basta con ver el enorme campo científico que es la astronomía actualmente. Miles de científicos desde hace años se han dedicado a observar y aprender de los astros, pero no han sido los únicos, y ahí podemos enumerar la literatura, el cine y en nuestro caso, un música Gustav Holst decidió transmitir en notas los sentimientos que a él le albergaban la visión de nuestro Sistema Solar, y ese fue el inicio de la composición de su monumental Suite.
Holst tenía un tiempo limitado para componer. «Los fines de semana y las vacaciones eran los únicos momentos en los que realmente podía seguir con su propio trabajo, razón por la cual le tomó más de dos años terminar Los planetas». Eso junto a una neuritis de su padre, a quien tuvo que cuidar le obligó a pedir ayuda para poder completas las 198 páginas de la partitura, recurriendo a quien llamó sus escribas: Vally Lasker y Nora Day.
El primer movimiento que se escribió fue «Marte» a mediados de 1914, seguido de «Venus» y «Júpiter» a finales del año, «Saturno» y «Urano» a mediados de 1915, «Neptuno» más tarde en ese año y «Mercurio» a principios de 1916. Holst completó la orquestación durante 1917.
El propio Holst hizo estas anotaciones tras el estreno en 1918.
Los oyentes que habían estudiado la partitura durante meses quedaron desconcertados por el inesperado clamor de «Marte». Durante «Júpiter», las limpiadoras que trabajaban en los pasillos dejaron los cepillos y empezaron a bailar. En «Saturno», los oyentes aislados en la sala oscura y medio vacía se sentían envejecer en cada compás. Pero fue el final de «Neptuno» lo que fue inolvidable, con su coro oculto de voces femeninas cada vez más y más débiles en la distancia, hasta que la imaginación no supo diferenciar entre el sonido y el silencio.Nuestra sugerencia para todos aquellos que acudan el Auditorio Infanta Elena de Águilas, y a falta de programa de mano, que esperamos se reincorporen en breve es que se hagan una pequeña guía, quizás basada en nuestras anteriores publicaciones o veab cuidadosamente el vídeo incluido al final.
Dicho esto, solo nos queda desear a los asistentes, un FELIZ VIAJE POR NUESTRA GALAXIA A BORDO DE ESAS NOTAS MUSICALES y que antes escuchen las explicaciones docentes del mejor divulgador musical de la historia. Leonard Bernstein.
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