La Novena sinfonía de Beethoven es una de las obras más trascendentales, importantes y populares de la música y el arte.
Su último movimiento es un final coral sorprendentemente inusual en su época que se ha convertido en símbolo de la libertad. Precisamente, una adaptación de la sinfonía, realizada por Herbert von Karajan es, desde 1972, el himno de la Unión Europea.El estreno de la novena sinfonía fue diez años después de la Octava, el 7 de mayo de 1824 en el Kärntnertortheater de Viena, junto con la obertura de Die Weihe des Hauses y las tres primeras partes de la Missa Solemnis
Es complicado reseñar cual es la mejor interpretación histórica de la Novena.
Cada aficionado tendrá sus propios gustos musicales pero nosotros queremos inclinarnos por una de ellas, y lo hacemos por la grabación que hizo en el año 1951 dentro del Festival de Bayreuth, dirigiendo la Orquesta del Festival y contando con Elisabeth Schwarzkopf, como soprano.
Insistimos en que es un gusto muy personal del redactor de esta nota.
Beethoven no podía oír el estreno pero lo siguió en una copia de la partitura, imaginando en su mente los sonidos que todos los demás escuchaban. Al final de la ejecución, él todavía estaba enfrascado en su partitura sin poder oír los aplausos. Uno de los solistas le tocó el brazo y le hizo girar para que pudiera ver las manos que aplaudían y los pañuelos que se agitaban en el aire. Entonces el compositor se inclinó y saludó a la audiencia.
Si bien es solamente una ficción cinematográfica, creemos que este final es de una belleza y emoción, digna de recordar.
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