Descubrimos cómo los maestros de obras del siglo XII y XIII experimentaban sin ecuaciones modernas, aprendiendo a base de prueba, error y mucho valor.
Desde los fallos de Notre Dame o el derrumbe de Beauvais hasta la precisión de los vitrales o la flexibilidad de los muros, cada catedral es un laboratorio vivo que aún hoy sigue funcionando.
Verás cómo respiraban las catedrales, cómo se adaptaban al clima, por qué la gravedad era su aliada y cómo la luz se convirtió en parte del lenguaje estructural.
Una obra colectiva que tardó generaciones y que demuestra que la arquitectura gótica no era magia: era inteligencia, observación y tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario