Quien no ha visto un amanecer en el Cantábrico, se ha perdido una de las mejores imágenes que puede ofrecernos la naturaleza, y más aún si tenemos ocasión de contemplarlo desde los acantilados que rodean al bellísimo pueblo de Pechón, que además tiene la particularidad de estar ligado tan íntimamente a nuestra amiga Elena, quien ejerce de embajadora apasionada.
Precisamente, y en esa faceta de divulgadora de su pueblo, ha acompañado en ocasiones a algunos de nosotros, al menos María Rosa y Pascual por esos acantilados, playas y rincones del lugar, para convertirnos en unos enamorados más de su tierra natal, donde los acantilados aparecen salpicados de magníficas playas de fina arena, como la muestra que ofrecemos.
Nuestra amiga suele comenzar su jornada, incluso antes del desayuno, con un paseo donde da su primer saludo al Sol, antes de que sea visible para los que estamos en el Sur, y en ese paseo, tiene ocasión de recordar a su primo Joaquín, que sirvió de modelo e inspiración al escultor del magnífico Monumento al Pescador de Cana, y que está ubicado en un espléndido mirador, donde esta misma mañana, Elena de ha parado para compartir ese momento de belleza y emoción con todos los compañeros de La Décima y demás lectores del Blog.
Sabemos que ya su abuelo fue un gran aficionado a la pesca con caña, y que inculcó esa pasión a todos sus hijos, sobrinos y nietos, hasta el punto de de que uno de ellos sirvió como excepcional modelo, para su pase a la posteridad.
Muchas gracias a Elena por acordarse de todos nosotros en esos mágicos momentos.
A las personas se les quiere por todos estos detalles. Nada es gratuito ni por casualidad.
Aunque ya esta mañana Se lo habrá dicho Fernando, nosotros en nombre de todos sus amigos podemos decir: Elena, te queremos.
