A raiz de la publicación de ayer, remtida por nuestro compañero Pascual, en la que dábamos cuenta del Recital Lírico al que tuvo ocasión de asistir en Cartagena, el tenor Pablo Martinez quiere expresar su opinión sobre circunstancias vertidas en la misma por si fuese necesario, lo que hacemos con sumo gusto.
Quería aclarar que la decisión de no inclusión de dúos en el programa oficial no tuvo que ver en absoluto conmigo. Yo mismo se lo propuse al maestro Leonardo Martínez en sendos mensajes y mi propuesta fue desoída. Si bien es cierto que en un primer momento apareció en el mismo, entiendo que por algún malentendido, el dúo “La ci darem la mano” de Don Giovanni de Mozart, yo mismo manifesté mi imposibilidad para interpretarlo puesto que está escrito para soprano y barítono, y creo que, como tenor lírico-ligero, no puedo hacer justicia a esta pieza. No obstante, me abrí, como siempre he hecho, a la posibilidad de interpretar cualquier otro que sí se adecuase a mi tipología vocal. Entiendo que por criterios propios del maestro, o bien porque mi compañera no tuviera algún otro dúo preparado, fueron los motivos por los que el maestro decidió no incluir otros. Situación que yo también lamento disgustase al público asistente, puesto que como usted bien señala, es bastante inusual.
Además, quiero añadir que la supresión de un bis conjunto, que es cierto que se había ensayado, fue decisión del maestro por no alargar el concierto, según él mismo me manifestó el mismo día del concierto por mensaje, por alargar mucho la duración del concierto. Decisión que del mismo modo hizo saber a la audiencia, y que yo me limité simplemente a respetar.
Quiero aclarar que mi actitud con mi compañera, y como así podrán corroborar miembros de la orquesta y el propio maestro, siempre ha sido respetuosa en todo momento, al igual que ha ocurrido en anteriores ocasiones en las que hemos coincidido. El público pudo ver que le cedí el paso, a pesar de no coger su mano (no veo por qué hay que tener tan en cuenta un simple gesto), para que recibiera los aplausos y yo mismo le aplaudí después de los bises en el mismo escenario. Se trata por tanto, en mi humilde opinión, de un análisis que considero bastante desafortunado, y que pienso que da lugar a interpretaciones bastante equívocas para quien estuviera o no presente.
Reitero, por tanto, mi respeto y reconocimiento al trabajo de Inés. Respeto que he mantenido y mantendré siempre con todos los compañeros (cantantes, pianistas, directores y músicos de orquesta) sin excepción con los que he tenido oportunidad de trabajar a día de hoy.
Agradeciendo por último a Pascual, y sus lectores el tiempo y la molestia que se han tomado en leerme.
