Denunciado por rivales académicos como Bartolomé de Medina y León de Castro, se le acusó de herejía por su traducción al castellano del Cantar de los Cantares, críticas a la Vulgata latina y supuestas proposiciones heréticas en clases sobre el matrimonio y la vida eterna en el Antiguo Testamento.
Su origen judeoconverso se usó como agravante, en un contexto de tensiones entre humanistas y teólogos conservadores en la Universidad de Salamanca.
Absuelto el 11-13 de diciembre de 1576 por falta de pruebas, se le impusieron condiciones como silencio sobre el proceso y prohibición de represalias o nuevas traducciones bíblicas. Regresó a Salamanca retomando su cátedra con la frase "Dicat omnes quantum habebant" ("Como decíamos ayer"), simbolizando su victoria moral.
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