Considerado un niño prodigio, comenzó a tocar el piano a los seis años y a componer a los siete.
Barber poseyó una notable voz de barítono y durante un tiempo consideró la posibilidad de convertirse en cantante profesional. Dejó unas pocas grabaciones, entre ellas una de su propia Dover Beach.
Su Sonata para piano (1949), una composición encargada por Richard Rodgers e Irving Berlin, fue interpretada por primera vez por Vladimir Horowitz, convirtiéndose en la primera gran obra estadounidense para piano estrenada por un pianista internacionalmente reconocido.
El Adagio para cuerdas constituye una composición de Samuel Barber, probablemente su obra más célebre, arreglada para orquesta de cuerdas a partir del segundo movimiento de su Cuarteto de cuerdas, Barber concluyó el arreglo en 1936, idéntico año en el que compuso el cuarteto.
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