Fue difícil aquella competición, con la ceniza empapada de agua.
Chapina tenía 400 metros de cuerda, como no podía ser de otra manera, pero con unas curvas larguísimas de tres centros y rectas más cortas de lo normal.
Con una grada en la recta central de buenas dimensiones, siempre tuvo seis calles en todo el anillo. Años de ceniza y tierra batida, años de tiras de plástico pinchadas para marcar las calles, años de convivencia con el rugby, cuyos jugadores llenaban de barro la recta central.
Chapina siguió con seis calles incluso cuando sobre ella se dispuso la superficie de material sintético; la primera competición con este suelo fue el 11 de junio de 1978.
La que fue la pista sevillana durante veinte años hoy no existe, y en su lugar no hay edificios o un parque, en su lugar exacto hoy se encuentra el río Guadalquivir.
(Fuente web de la RFEA)
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