El 30 de septiembre de 1791 bajo la dirección del propio Mozart, apenas dos meses antes de su fallecimiento, se estrena en Viena La flauta mágica, siendo la última obra escenificada en vida del compositor.
La Flauta Máica sigue siendo importante dentro del repertorio operístico y aparece como la número 4 en la lista de Operabase de las óperas más representadas en todo el mundo.
La lectura más obvia se centra en la lucha entre el bien y el mal , propone una búsqueda una búsqueda más profunda hacia la iluminación y el conocimiento, que es donde recae el simbolismo masónico de La Flauta Mágica, y que es objeto de múltiples estudios buscando esos simbolismos.
Los ideales masónicos habían conseguido prender con facilidad en el espíritu de Mozart: sus ideales de igualdad, solidaridad y fraternidad, así como la búsqueda del conocimiento.
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