Tanto su fascinación por el hinduismo, su admiración por la naturaleza y los pájaros, su profunda fe cristiana y su amor por el color instrumental, fueron primordiales para su formación como persona y artista.
Estando prisionero en un campo de concentración donde también había un violinista, un violonchelista y un clarinetista e incorporándose él emismo al piano, compuso su famoso Cuarteto para el fin de los Tiempos.
La última obra de Messiaen fue un encargo de la Orquesta Filarmónica de Nueva York; a pesar de que tenía muchos dolores al final de su vida (requiriendo repetidas intervenciones quirúrgicas pudo terminar Eclairs sur l'au delà, una obra que no vio estrenada y que lo fue seis meses antes de su muerte. Messiaen también estaba componiendo un concierto para cuatro músicos a quienes se sentía especialmente agradecido: su mujer, la pianista Ivonne Loriod, el chelista Rostropóvich, el oboísta Holliger y la flautista Cantin. Fue finalizada cuando Messiaen murió, completando Yvonne Loriod la orquestación del movimiento final con el asesoramiento de George Benjamin.
En este Cuarteto para el fin de los Tiempos, queremos destacar la presencia de Sol Gabetta y Sabine Meyer
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