No sabemos como recibirá hoy al público a los músicos de la ROSS, insistentes en sus reivindicaciones que, al menos en su opinión, son más que justas, algo que es compartido por gran parte de los aficionados, si bien ya hay quienes están cansados de una situación que se prolonga durante muchos años, quizás no por su culpa, pero que pueden desviar la atención de lo importante, que es la Música.
En cualquiera de los casos, y al margen de que el público dicte sentencia en cualquier sentido, quien asista hoy al Maestranza, lo hará no para ver lazos verdes y protestar o aplaudir, sino para escuchar una de las obras más grandes del panorama Sinfónico, como el la Quinta Sinfonía de Mahler, terminada por su autor en el año 1902, si bien la estuvo revisando hasta poco antes de su muerte, en 1911
El tema principal se centra en la marcha fúnebre precedida de una gran llamada de atención. En el siguiente movimiento se evoca de nuevo el tema de la muerte pero de una forma diferente. De una alternancia de lo dulce y lo tremendo surge una riqueza extraordinaria de matices, agudizando los timbres tanto para sugerir la agonía como ciertas expresiones idílicas, que son como presentimientos de resurrección.
Y así llegamos a algo totalmente distinto como es su famoso Adagietto, con cuerda y arpa como, prescindiendo del resto de instrumentos, para finalizar con el quinto movimiento, en el que vuelve el tema religioso del segundo, si bien de forma triunfal.
En el éxito popular de esta sinfonía, tuvo una gran parte de merito, el director Visconti, al incluirlo como tema principal de la película Muerte en Venecia.
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