En 1949, ganó el Premio Stalin, lo cual lo llevó a dar varias giras de conciertos en la URSS, Europa del Este y China. Richter dio sus primeros conciertos fuera de la Unión Soviética en Checoslovaquia en 1959.6
En 1960, desafió a las autoridades al tocar en el funeral de Borís Pasternak.
Aunque disfrutaba al dar conciertos en público, Richter odiaba planear las temporadas de conciertos, y en sus últimos años solía tocar en conciertos anunciados con poca antelación, en salas pequeñas y oscuras, tan solo con una lámpara para iluminar la partitura. Richter afirmaba que de esta manera el público podía concentrarse en la música, en vez de en sucesos irrelevantes como los gestos y muecas del intérprete.
Era un fanático de la marca YAMAHA de pianos y solía llevar su propio instrumento a todos los recitales. En más de alguna ocasión tuvo problemas en las aduanas al tratar de pasar el instrumento que a veces llevaba en un remolque. También se planteó tocar gratis al final de su vida y en muchas ocasiones renunció a cuantiosos emolumentos por tocar en pequeñas poblaciones por un caché económico similar al de cualquier pianista principiante.
Richter nunca fue un divo, sino un excéntrico. Si no se veía capaz de tocar bien alguna de las piezas acordadas no dudaba en llamar por teléfono y anular el recital
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