A Colón, ya de niño, le entusiasmaba el mar y navegar —tal vez se fue más lejos de lo que esperaba mamá.
Mozart se distraía jugando al billar. Y a Einstein le relajaba tocar el violín.
De todas las epidemias morales de nuestro tiempo, quizá la más perniciosa, porque asesina en silencio, es la plaga de personas que no tienen ninguna afición. Son gente que vive para trabajar y trabajarse. Nada más.
¿Has disfrutado alguna vez en un concierto hasta estremecerte?
¿Has perdido la noción del tiempo leyendo una buena novela?
¿Has ido a trabajar muerto de sueño por haber visto una obra maestra del cine la noche anterior?
¿Has tenido que ausentarte de tu ciudad en días laborables para ver a tu equipo jugar en el extranjero alguna competición europea?
Entonces sabes de que hablo.Gran parte de los conflictos de nuestro tiempo se deben a que hay demasiadas personas sin saber qué hacer en su tiempo libre.
Todos estos pensamientos forman parte de un interesante artículo firmado por Itxu Diaz en la revista Centinela, y que se PUEDE LEER AQUÍ
Y para esta entrada, proponemos escuchar la Sinfonía de los Juguetes, compuesta por Haydn.
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