CAPULETOS Y MONTESCOS. MESA REDONDA

Las manos de nuestra compañera de La Décima, María Rosa Arcas, nos corre el telón para adentrarnos en la magia del Teatro de la Maestranza.

Los aficionados que ayer estuvieron presentes en la Mesa Redonda en torno a la ópera que se estrena a partir de hoy en el Teatro de la Maestranza, acertaron de pleno, a pesar de una Sevilla con calles repletas con aparcamientos al completo,  con frio en la calle, ser un día Festivo y otras cosas adicionales.

El brillante moderador por parte de la ASAO, José María Jurado ya de inicio, y antes de presentarnos a los verdaderos protagonistas, nos situó en la historia de unos Amantes de Verona según fuentes del siglo XVI, y con diferencias bien notables a la visión posterior de Shakespeare.

El Director Musical, el maestro Jordi Bernàcer, debutante en Sevilla nos habló de su experiencia al frente de la ROSS de la excelencia de la soprano, tan querida por el público sevillano, Leonor Bonilla, quien, no olvidemos, ganó hace algunos años el Primer Premio y Premio del Público del Certamen Nuevas Voces de la ASAO.

Nos permitió profundizar en aspectos musicales como la posibilidad de crear tensión dramática con solamente un clarinete y una flauta, el papel y significado de los pasajes con el Arpa, los motivos de que sea la excelente Mezzo Daniela Mack quien asuma el papel de Romeo y multitud de detalles al que un simple aficionado no puede llegar.

Por su parte, el barítono Luis Cansino nos habló de sus emociones en los ensayos al recordar la muerte de su madre, de su dolor al ponerse en el lugar de Tebaldo y sufrir con la muerte de su hijo, de la decisión del maestro Bernácer de suavizar musicalmente la tragedia final, de su capacidad como cantante para adaptarse a las distintas producciones escénicas e irónicamente y en su papel de barítono, a quienes les toca ser los malos, viniendo incluso de ponerse en el papel de Scarpia, a él, que se considera un hombre bueno.

En definitiva una excepcional Mesa Redonda, que nos sirve además para recomendar que ningún aficionado debería perder nunca la ocasión de participar en ellas, como forma de entender mejor el espectáculo operístico.