El Estado quiere consolidar roles de género arcaicos y contrarrestar el descenso demográfico del país. Y, sin embargo, la mayoría de los matrimonios rusos fracasa.
Los motivos de divorcio más comunes son el alcoholismo del esposo, la violencia doméstica o la infidelidad.
Las madres que crían solas a sus hijos como resultado de abandono o maltrato no reciben prácticamente ayuda, protección ni reconocimiento por parte del Estado ruso.
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