El conservatorio de París no permitía el acceso de extranjeros, por lo que tuvo que solicitar la nacionalidad francesa. Durante la espera, César estuvo bajo la tutela de dos excelentes profesores, Zimmermann y Reicha, los cuales le auguraron un gran futuro.
Obtenida la nacionalidad, César ingresó en el Conservatorio de París el 4 de octubre de 1837, a los catorce años. Concienzudo y minucioso, supo obtener un galardón cada año.
Los éxitos le abrieron nuevos horizontes, permitiéndole dar nuevos conciertos. A partir de ese momento, su padre se convirtió en su empresario, obligándole a componer una obra tras otra que le permitiesen actuar en público.
De 1837 a 1844 la historia de César Franck es la de las decisiones tomadas por su progenitor.
En 1858 Franck cambia de destino, convirtiéndose en organista de la iglesia de Santa Clotilde, dotada también de un magnífico Cavaillé-Coll. Franck se sentaría ante este instrumento excepcional hasta el fin de sus días.
El notable cambio culmina en 1872, fecha en que es nombrado profesor de órgano en el Conservatorio. Un acontecimiento que, al fin, le asegura un salario digno y le permite recobrarse de los malos momentos de la guerra franco-prusiana, en los que había perdido a la mayor parte de sus alumnos.
Se inicia entonces el período en que ven la luz sus grandes obras maestras.
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