Durante el gobierno de Adolfo Suárez, tras décadas de clandestinidad se legalizó el Partido Comunista de España
La decisión de legalizar el PCE fue arriesgada y generó tensiones significativas, especialmente entre los altos mandos militares y sectores conservadores. El temor a un golpe de Estado era latente.
Santiago Carrillo, líder del PCE, adoptó una postura moderada para facilitar la legalización. Aceptó la monarquía y adoptó la bandera rojigualda en lugar de la republicana como símbolo del partido.
Este gesto buscaba mostrar compromiso con las reglas democráticas y reconciliación nacional
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