Es considerado uno de los grandes virtuosos del piano del siglo XX y el pianista italiano más importante después de Ferruccio Busoni.
Sus primeras clases de música le fueron impartidas a los 3 años, al principio con el violín, luego el órgano, y posteriormente cambió al piano. A los diez años entró al Conservatorio de Milán.
Fue un intérprete y un hombre de enorme personalidad, a veces injustamente acusado de frialdad hacia el público debido a la poca expresividad de su cara y lenguaje corporal durante los conciertos —fruto de su convicción de que un exceso de expresividad distraería la atención de lo realmente importante, es decir de lo que estaba tocando— y a su costumbre de no conceder bises.
Esto último lo explicaba diciendo que ponía toda su energía mental y física en el concierto hasta el agotamiento, no quedándole fuerzas para nada más.
En 1987, durante un concierto en la Ciudad del Vaticano, dejó atónita a la audiencia cuando de pronto hizo retirar todas las macetas y floreros colocados alrededor del escenario porque, se supo después, oculto entre las plantas un grillo lo desconcentraba con su canto, totalmente inaudible para el público presente.
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