Considerado un niño prodigio, comenzó a tocar el piano a los seis años y a componer a los siete.
En 1935 se le concedió el premio Pulitzer estudiantil y el premio de la Academia Americana en Roma.
En ese mismo año ingresó en la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras. Al año siguiente conoció en Roma a Arturo Toscanini y además escribió su Cuarteto para cuerdas en si menor, cuyo segundo movimiento —a sugerencia de Arturo Toscanini— arregló para orquesta de cuerdas dándole el título de Adagio para cuerdas (Adagio for Strings) y, posteriormente, para coro mixto como Agnus Dei. Estas melancólicas piezas son sin duda alguna sus obras más famosas
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