Algunos de nosotros hemos asistido, como novedad a la representación matinal, por coincidir en domingo y hemos de reconocer que ha sido una magnífica experiencia, al encontrarnos con un día soleado en Sevilla, tras varios días de viento y lluvia.
Es absurdo repetir una vez más lo que se experimenta en esos momentos en que más de 400 personas sentadas entre el público y que llevan meses ensayando, primero en distintas formaciones corales y luego conjuntándose todas ellas, nos rodean para ensalzar la figura de Jesús, a lo largo de dos horas y media, que nos saben a poco.
Y si cualquier cosa que se ponga no deja ser un reflejo muy pálido de la realidad.
Por otra parte, ya sabemos que es una cuestión de Sevillanismo, pero en nuestro Maestranza suena a Gloria Celestial.
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