Subirse al escenario para afrontar las obras completas de Bartok escritas para piano y violín, supone un reto intelectual, mas allá de la mera interpretación, que solo está al alcance de muy pocos interpretes, y en la linea del diestro que es capaz de encerrarse con seis miuras en el coso maestrante.
Las rapsodias y sonatas de Bartok están impregnadas de influencias de música popular y culta, que en la mano creadora del compositor adquieren una imagen calidoscópica plena de matices y todos ellos lo pudimos apreciar a lo largo del concierto.
También nos pareció encontrar, especialmente en la sonata nº 2, influencias de la música endiablada de Paganini, que fueron esplendidamente resueltas por la admirable Tarja Becker-Bender, quien no en balde es una magnífica interprete del genio genovés, como lo demuestran sus grabaciones en CD con el sello Hyperion,
También nos parecieron técnicamente perfectos la ejecución de los pizzicatos con el sello personal de Bartok.
La sensación a la salida del concierto, por parte de todos los asistentes, es que acabábamos de asistir a un verdadero acontecimiento musical, y esto no ha hecho mas que comenzar.
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