Los vikingos saquearon ciudades, enfrentaron a las fuerzas de Al-Ándalus y los reinos cristianos, y sembraron el terror en las costas ibéricas.
Este capítulo de la historia vikinga en España y Portugal es menos conocido que sus incursiones en otras partes de Europa, pero dejó una huella profunda en el desarrollo de las defensas de la península y en las relaciones entre los diferentes poderes que habitaban la región.
El primer gran ataque vikingo documentado en la Península Ibérica ocurrió en el año 844, cuando una flota de unos 100 barcos apareció en las costas del oeste, atacando Lisboa y saqueando Sevilla.
Los musulmanes del emirato de Córdoba, liderados por Abderramán II, lograron expulsarlos tras una serie de escaramuzas y derrotas infligidas a los "mayus", término que usaban para referirse a los vikingos. Sin embargo, este no sería el último ataque.
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