La vida nos da constantes muestras de las grandes victorias que pueden producirse desde la humildad, pero no queremos remontarnos a la lucha de David contra Goliat, ni siquiera a la expulsión de las tropas napoleónicas del territorio español, ni del encuentro de futbol que estaba teniendo lugar en Madrid en esos mismos momentos, sino hablar de ÓPERA.
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| El maestro Pulucchi, con una gran humildad, no quiso sumarse al reconocimiento del público, al ser reclamado por todos los intérpretes desde el escenario, y se mantuvo con la partitura en la mano en la primera fila del patio de butacas, sumando sus propios aplausos |
Hemos de advertir antes de nada que nuestra opinión no es imparcial, puesto que muchos de los compañeros de La Décima son miembros de la Asociación Sevillana de Amigos de la Ópera, e incluso quien redacta esta nota, de su Junta Directiva.
Frente a las grandes producciones y repartos de campanillas que se suelen dar en los grandes espacios escénicos de nuestra ciudad, resulta que una ópera que tiene lugar en los Reales Alcázares Sevillanos, tiene que ser presentada al público en una modesta producción, en cuanto a presupuesto, de la ASAO y el Espacio Turina.
Debido a esa imparcialidad, no vamos a opinar personalmente de la representación, para lo que remitimos a nuestros lectores a la opinión de un crítico de valía contrastada como Andrés Moreno Mengibar en el Diario de Sevilla, de la que no obstante, entresacamos algunos puntos
Que hayan tenido que ser la ASAO y el Espacio Turina quienes asuman esta iniciativa dice mucho de la desconexión de otros espacios escénicos de la ciudad con su patrimonio inmaterial y su falta de imaginación y ambición a la hora de programar.
El maestro Francisco Soriano hizo un trabajo verdaderamente titánico, tanto en la dirección musical como al frente del piano, con la inestimable colaboración del catedrático PierAngelo Pelucchi, desplazado desde Italia en su condición de Amigo, como también el director escénico Davide Garattini-Raimondi, quien tan solo con una silla y una daga en el escenario y moviendo a los coros, bailarinas y actores, junto a la iluminación, fue capaz de situarnos como si estuviéramos ante el más grandioso de los escenarios.
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| Lamentamos desconocer los nombres de las dos excelentes bailarinas, participantes en el espectáculo |
El mérito de las dos sopranos fue digno toda nuestra admiración ante las circunstancias provocadas por la baja a última hora, a causa del Covid, de Berna Perles, quien iba a interpretar el papel de María Padilla, y por las dotes interpretativas de ambas, que ya nos deslumbraron en el pasado Certamen de la ASAO, donde fueron brillantes vencedoras.
GIULIA DELLA PERUTA de voz muy timbrada, cristalina, fraseo belcantista y acentos trágicos. Combinó la elegancia y la morbidez de su línea de canto con el destello de sus agudos en los momentos más pirotécnicos.
CARMEN BUENDÍA fue el complemento perfecto, con voz muy redonda, con cuerpo, muy bien proyectada y soltura en la coloratura, de la que fue buena muestra el remate de su primera aria.
Ambas firmaron un dueto espléndido, de bellos perfiles, en el segundo acto.
Al finalizar, ya en los saludos, María Padilla, y en un gesto sumamente simpático de Giulia della Peruta, ocupó simbolicamente el Trono que le había sido arrebatado por Blanca de Borgoña
Nuestras felicitaciones a todos ellos, así como a la ASAO, que personalizamos en su presidente Ignacio Trujillo, quien dirigió unas sentidas elocuentes antes del comienzo, a los asistentes.
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