Un tiempo que es un tesoro y que no cambio por nada del mundo.
Tenía 10 años y tocaba esta Consolación de Liszt.
La preparaba para un concurso, coincidiendo con una etapa en la que una persona de mi familia sufrió una enfermedad muy grave. Ella se sentaba a mi lado y me pedía que le contase la historia de esta pieza mientras tocaba.
Yo le hablaba de cómo Liszt cuenta una historia bonita, que en un momento se vuelve triste (25’’), y más tarde se tiene que aceptar esta tristeza para seguir el camino (58’’). En el minuto 1’50’’ aparecen el dolor y el cansancio, un rayo de esperanza (2’00’’) y la rabia de la aceptación de la realidad (2’10’’). Listz nos dice que a pesar del cansancio y del dolor, seguimos vivos (2’30’’) y merece la pena seguir luchando. En el 2’50’' Liszt nos vuelve a contar la misma historia, pero ya desde otro punto de vista, del que ha sufrido y aprendido y lo ve todo desde arriba. Del que comprende el plan (3’40’') y lo acepta, y sabe que no es lo que nos ocurre, sino lo que hacemos de ello.
Esta historia, que no cuento yo sino Listz, ayudó y reconfortó. Y fue la primera vez que comprendí que la música puede ser terapia y consuelo". ¡Feliz escucha!
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