Era hija del tenor, maestro de bel canto y compositor español Manuel del Pópulo Vicente García y de la soprano Joaquina Briones, y hermana de la cantante Pauline Viardot-García y del influyente maestro de canto Manuel Patricio Rodríguez García.
Cuando Rossini fue interrogado por quiénes habían sido los más grandes cantantes que había conocido, respondió:
Muchos cantantes de mi tiempo fueron grandes artistas pero hubo solo tres genios: Lablache, Rubini y esa niña tan mimada por la naturaleza, María Malibrán.
Ya a los diecisiete años, María García tendría su segundo debut, esta vez en el papel protagonista de Rosina en El barbero de Sevilla de Rossini el 5 de junio de 1825 en el Royal Theatre de Londres, propuesta por su padre como reemplazante de la enferma Giuditta Pasta, una leyenda de su tiempo. El crítico del Times Henry Chorley describió así su debut: "Desde la primera hora en que María García apareció en el escenario, fue evidente que había nacido una nueva artista, tan original como extraordinaria. Una bellamente adornada por la naturaleza, no solamente por atributos físicos sino también con ese genio inventivo y enérgico delante del cual los obstáculos son nada y por la ayuda del cual las contradicciones más notorias logran reconciliarse".
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