Fray Junípero Serra era un franciscano mallorquín nacido en 1713, de familia muy humilde, pero con grandes dotes intelectuales y espirituales.
Cuando el rey Carlos III expulsó a los jesuitas de su Reino, las tierras de las Californias quedaron sin misioneros.
Se dispuso que los franciscanos les reemplazarán, y allí acudió fray Junípero, con más de cincuenta años.
La primera misión en las nuevas tierras fue San Diego.
Los misioneros levantaron una capilla, unas cabañas para los frailes y un pequeño fuerte protector contra posibles ataques; acogían a los indígenas que se acercaban movidos por la curiosidad y, una vez ganada su confianza, les invitaban a establecerse en las proximidades de la misión.
Así se fundaron, una detrás de otra, hasta nueve misiones que hoy son otras tantas ciudades: San Diego, San Francisco, Sacramento y… Los Ángeles, que llegaría a convertirse en una de las mayores metrópolis del mundo.
Fray Junípero murió pocos años después, en 1784, en la misión de Monterrey. Lo que dejaba a sus espaldas era portentoso: un mundo mestizo de indios y españoles en torno a granjas y haciendas con capacidad para autoabastecerse… y en todas ellas, la cruz de los cristianos.
Hoy fray Junípero es el único español que tiene una estatua en el Capitolio de Washington.
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