En 1923 se estrena Los gavilanes, donde Guerrero consiguió que la SGAE pagara el 10% de la taquilla al autor (hasta la fecha no era así).
Un año más tarde, estrena varios sainetes y zarzuelas, como La sombra del Pilar, con libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, pero la más importante, donde se refleja el espíritu de Guerrero en su estado más puro, se estrenó en 1927: El huésped del sevillano, cuyo número “El canto a la espada”, que se hizo famoso mundialmente
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