JOHAN SEBASTIAN BACH (VII)
Dentro del repaso que estamos haciendo al Barroco en la Música, y antes de que los períodos vacacionales influyeran en la marcha habitual del Blog, nos quedamos con el Padre Bach, su etapa en Leipzig, sus famosas Pasiones y la Cantata del Café, y es lógico que nos propongamos cerrar ese período de la Música y Bach, antes de la llegada de las vacaciones más prolongadas.
Una de las primeras cantatas religiosas que hizo Bach nada más llegar a Leipzig es la Cantata Herz und Mund und Tat und Leben, BWV 147.
Es más larga que las habituales, con una duración en torno
a una media hora.
La obra concluye con el famoso coral Jesus bleibet meine Freude.
Una las partes más conocidas y más melancólicas dela Pasión según San Mateo de Bach es el aria del nº 39,
Erbarme dice, Mein Gott [«Ten piedad, Dios mío»], en la que el violín tiene un importante
protagonismo, con un carácter melancólico.
El última aria que hay en la obra, Mache dich, mein Herze, rein [«Purifícate, corazón mío], en el nº
65, se describe la muerte de Cristo.
Se dice que desde entonces es como un dulce reposo: «Purifícate,
corazón mío, que quiero enterrar a mi Jesús…». Concluye esta magistral obra con una parte coral,
cantando “Llorando nos postramos ante tu sepulcro para decirte: descansa, descansa dulcemente”,
terminando el párrafo con la frase “Felices son tus ojos que se cierran al fin”.
(Fuente: Apuntes del profesor Alberto Álvarez Calero)
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