En realidad, los mitos sobre el tema de la higiene venían arrastrándose desde la Edad Media, razón por la que asearse ―según los mismos médicos― era contraproducente para la salud, ya que la capa de mugre formada en el cuerpo constituía un escudo protector contras las enfermedades y la muerte; así que Londres, en cualquiera de sus estratos sociales, no olía, ¡hedía!
Y esto es tan solo una parte de cómo era la higiene en la época victoriana.
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