Creador de la opereta moderna y de la comedia musical, compuso casi toda su obra en francés.
En 1855 fundó el teatro «Bouffes Parisiens», donde llevó a escena sus propias obras, que reflejan la joie de vivre de su época, con humor e irreverencia. La Belle Hèléne es una apología del ménage a trois. También presentó divertidas adaptaciones de otros genios de la música como G. Rossini, cuya ópera Il signor Bruschino logró realizar con gran éxito.
Con la caída del Imperio de Napoleón III sus gustos se resistieron y creó el Théâtre de la Gaité, fracasando en él.
Dio una gira por Estados Unidos, también sin mucho éxito. Su ascendencia alemana le granjeó enemigos después de la guerra franco prusiana; reflejó con ironía a estos enemigos representándolos en sus operetas, aunque estos personajes fueran de la Antigüedad.
Según Karl Kraus, Offenbach «cumple la función de remediar la estupidez, darle un respiro a la razón y estimular la actividad mental». Su obra más seria y ambiciosa fue Los cuentos de Hoffmann, que no llegó a concluir a causa de su muerte en 1880. Sus restos reposan en el cementerio de Montmartre.
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