En su figura, la frontera entre el colaboracionismo con el régimen nazi y la resistencia pasiva se convierte en una delgada línea.
En Estados Unidos le llamaban «el director de orquesta de las manos ensangrentadas»; en Alemania «el maestro mimado de Hitler» y, para la mayoría, fue uno de los mejores directores de orquesta del siglo XX. ¿Fue lacayo cultural de Hitler?
¿Se limitó a «seguir el juego» y quedarse en Alemania para que le dejaran dirigir?
¿Es la resistencia un deber moral de los artistas?
Para que cada uno llegue a sus propias conclusiones sugerimos la lectura del libro El caso Furtwängler. Un director de orquesta en el Tercer Reich de la editorial Fórcola
Furtwängler escapó a Suiza poco después de un concierto en Viena con la Orquesta Filarmónica de Viena el 28 de enero de 1945. En aquel concierto dirigió una versión de la Sinfonía nº 2 de Brahms que fue grabada en cinta y es considerada como una de sus grandes versiones
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