Desde el corazón de la mítica Samarkanda, en la plaza del Registan, con las tres imponentes madrasas que la enmarcan, recibimos a través de Miguel Simón estas impresionantes fotos nocturnas en las que se refleja su majestuosidad, que no se debe a Tamerlán, quien estableció aquí la capital de su imperio, sino a su nieto, el astrónomo Ulug Beg.
Nos informan que el viaje se está desarrollando de forma magnífica, sin ninguna incidencia a reseñar y lamentando no poder compartirlo con la totalidad de componentes de La Décima.
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