«¿Has visto cómo levantaron aquel edificio de grandeza imponente?», escribió un santo español. «Un ladrillo, y otro. Miles. Pero, uno a uno. —Y sacos de cemento, uno a uno. Y sillares, que suponen poco, ante la mole del conjunto. —Y trozos de hierro. —Y obreros que trabajan, día a día, las mismas horas… ¿Viste cómo alzaron aquel edificio de grandeza imponente…?», se preguntó de nuevo el santo. «¡A fuerza de cosas pequeñas!».
Aquel santo español no se refería al Vaticano, claro, pero atinó en la descripción del trabajo minucioso, de la pequeña labor diaria, porque las paredes del epicentro de la cristiandad están resguardadas por uno de los oficios más peculiares del mundo: el cerrajero del Papa Su nombre es Gianni Crea y guarda 2.798 llaves. Casi tres mil pequeñas piezas metálicas que abren las estancias de los Museos Vaticanos.
Conocido en San Pedro como «el guarda de las llaves», Crea quedó enamorado de los pasillos de las galerías más imponentes del mundo, y pronto supo que su vocación se encontraba allí.
Este es el comienzo de un interesante artículo que firma Pablo Mariñoso en la revista Centinela, que se puede leer AQUÍ
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