Los laboratorios desarrollan medicamentos cada vez más caros, pero no necesariamente más eficaces.
Y las autoridades sanitarias se ven impotentes.
Aunque continuamente se prometen nuevas curas milagrosas, la enfermedad aún no puede ser tratada satisfactoriamente.
En los últimos cuarenta años, se ha desequilibrado todo el sistema, ya sea porque los pacientes toman demasiados medicamentos o porque ya no pueden pagarlos. El único beneficiario de esta desoladora situación parece ser la industria farmacéutica: Con un volumen de negocio de 46.000 millones de dólares, la diabetes representa un mercado enorme y extremadamente lucrativo.
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