Sus comienzos fueron series de televisión como La cuarta dimensión, The Waltons, Perry Mason, El agente de CIPOL y Perdidos en el espacio, que le dieron a conocer.
Posteriormente, a pesar de convertirse en un músico muy solicitado por Hollywood, siguió manteniendo contactos con la pequeña pantalla a través de miniseries como QB VII y, sobre todo, Masada, la cual se convirtió en una de sus partituras más conocidas.
Uno de sus últimos trabajos para la pequeña pantalla fue la sintonía para la serie Star Trek: Voyager.
Solamente consiguió un Óscar, por La profecía (1976), de las 17 nominaciones que obtuvo. A pesar de ello, fue durante los años 1980 y años 1990 uno de los músicos con mayor número de seguidores, quizá solo superado por John Williams.
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