Chueca es uno de los máximos representantes del género chico (zarzuelas en un acto).
Su irregular formación académica en lo musical queda eclipsada por su gran talento, intuición y gracia para la melodía y el ritmo.
En 1866 fue detenido como participante en las manifestaciones estudiantiles contra el gobierno de Narváez. Mientras pasaba algunos días en la cárcel de San Francisco en Madrid, compuso varios valses que tituló Lamentos de un preso.
Más tarde, Francisco Asenjo Barbieri ayudó a orquestar y dirigir las obras y su gran éxito convenció a Chueca a dejar la medicina y dedicarse a la música.
Se le considera un músico autodidacta. De hecho, fue más educado en las ciencias que en la música, sin embargo Chueca tenía un talento innato, una gracia con la melodía y el ritmo, que le llevaron a componer extraordinarias piezas musicales.
Trabajó con varios colaboradores como Barbieri, Tomás Bretón, y sobre todo Joaquín Valverde, en muchas de sus obras.
Es autor, en la mayor parte de los casos en colaboración con Joaquín Valverde, de obras tan populares como la citada Gran Vía, Agua Azucarillos y Aguardiente y La Alegría de la Huerta, entre varias decenas de ellas.
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