Si el viernes fue la proyección de la producción del Licéo barcelonés de la ópera Tristan e Isolda, ayer sábado fué un día que calificamos de excepcional, aunque para ello tendriamos que conocer el resto de actividades que nos deparará este curso, en el que es posible que lo excepcional se convierta en habitual.
Solo de entrada, ya vimos lo que significa ser un director de escena, cuando pidió que se encendieran unos focos de luz indirecta en la sala para quitar frialdad a las luces fluorescentes cenitales.
Nos hizo un recorrido por los comienzos de La Fura, actuando en las Ramblas de Barcelona, montajes teatrales atípicos como los que representaron en Sevilla en los años 80 en el solar del que ahora es el Teatro de la Maestranza, hasta lo que les supuso su lanzamiento internacional en la gala de apertura de los JJ.OO de Barcelona, y posterior incursión al mundo de la Ópera por la puerta grande del acreditado Festival de Salzburgo.
Los que ya hemos visto los montajes para El Oro del Rin y la Walkiria, continuamos con el desarrollo de la historia del Anillo dentro del gran mundo creado para esta magna obra Wagneriana por el genio de La Fura dels Baus, que hemos de pensar hubiese contado con la complacencia del compositor de Leipzig.
EN RESUMEN, DOS GRANDES DIAS DE ÓPERA.
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