La Música de Cámara no suscita en Sevilla, de forma general, la atención y asistencia por parte del público, mas proclive a la Música Sinfónica, con sus grandes formaciones orquestales.
El Festival que en estos momentos se está desarrollando en Sevilla, por iniciativa y con el tesón de la joven pianista noruega BENEDICTE PALKO, es un buen motivo para propiciar ese acercamiento a una música intimista, e incluso acercamiento físico como en el caso de anoche en que todos nosotros nos encontrábamos practicamente en medio de los músicos.
Nuestras limitaciones musicales, en cuanto a conocimientos, no nos permiten efectuar una reseña técnica de las distintas obras que se interpretaron, salvo en lo que respecta a las emociones experimentadas.
En ese sentido, el Andante del Trio de Mozart por su gran similitud con el Adagio del Concierto para Clarinete, unido de forma indisoluble a la película Memorias de África, nos situó inmediatamente en aquel continente, con el apoyo además del Patio Mudejar de Casa Salinas, el color de sus paredes, y el fuerte calor al comienzo del concierto.
Habituados a escuchar a Richard Strauss en sus grandes Suites Sinfónicas y Óperas, nos sorprendió muy gratamente el sexteto de su Ópera Capriccio, evidentemente compuesta para ser escuchada lejos de las grandes masas del público operístico, y dirigida a un ambiente intimo como el de ayer.
Muy interesante la adaptación para clarinete de la Sonata de Turina, que puso el punto de música española de nuestro Sevillano Universal, Joaquín Turina, quien por cierto fué alumno de otro gran músico olvidado por el público de Sevilla, como fué García Torres, maestro de capilla de nuestra Catedral.
El Trio del gran pianista y compositor Robert Schumann, con una gran interpretación al piano de la propia Benedicte Palko, puso el broche de oro a una gran noche musical, que además propició como Guinda del Pastel, el reencuentro con muchos amigos.
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