Es considerado uno de los grandes virtuosos del piano del siglo XX y el pianista italiano más importante después de Ferruccio Busoni.
Tenía una pureza llamativa en su ejecución, con una precisión notable en cada una de las notas; no importaba la velocidad con la cual debía tocar determinada obra, las mismas siempre se distinguían con absoluta claridad.
Fue un intérprete y un hombre de enorme personalidad, a veces injustamente acusado de frialdad hacia el público debido a la poca expresividad de su cara y lenguaje corporal durante los conciertos —fruto de su convicción de que un exceso de expresividad distraería la atención de lo realmente importante, es decir de lo que estaba tocando— y a su costumbre de no conceder bises.
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