¿Qué poder tiene mío el almirante para dar a nadie a mis vasallos?”.
Encontrándose la Reina Isabel la Católica en Sevilla pudo ver como atracaban dos navíos repletos de indios, e impactada por ello, dijo esa frase.
De esta forma, la soberana de Castilla se convirtió en la primera persona en preocuparse de los derechos de los indios.
A partir de ese instante, todas las leyes promulgadas por los Reyes Católicos incluían esta cláusula.
El problema fue que muchos buscaron vacíos legales para que la esclavitud continuase.
Lo consiguieron valiéndose de los supuestos que la permitían, supuestos entre los que se encontraban que fuesen antropófagos, prisioneros de guerra o que ya fuesen esclavos de otras tribus.
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