Lo cierto es que no programamos a Haydn todo lo que se merece, siendo el más Clásico entre los Clásicos, el padre de la Sinfonía moderna y de los Cuartetos de Cuerda.
Ayer, nuestro profesor, el maestro Alberto Álvarez Calero nos recomendaba escuchar a Haydn, y más concretamente su Sinfonía número 96, la cuarta de las Sinfonías de Londres, aunque fue la primera en ser escrita e interpretada en público, siendo la primera que compuso en su viaje a Londres y presenta a Haydn en su nivel de composición más seguro y consumado. En el primer movimiento, una introducción típica y deliberadamente lenta, señalada como adagio, es seguida por un allegro optimista.
Y existe una historia, ¿O quizás leyenda?, que da el sobrenombre a esta Sinfonía como "El Milagro".
En la función del estreno de la sinfonía el 11 de marzo, un candelabro cayó del techo de la sala de conciertos y si se evitaron daños fue sólo porque la entusiasta audiencia se arremolinaba en el escenario, fuera del alcance del candelabro. El verdadero incidente tuvo lugar probablemente en el estreno de la Sinfonía n.º 102 de Haydn; en todo caso, era común que los candelabros de los teatros de esa época se subieran y bajaran por medio de una polea manual, lo que aumentaba la posibilidad de un error humano y un fallo mecánico. Pero fue la 96 quien se quedó con la Historia y por tanto de "El Milagro".
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