Ya habían ganas en Sevilla de recuperar la ,casi, normalidad y en los aledaños del Teatro de la Maestranza, momentos antes de abrir las puertas de nuestro Templo Operístico, se palpaba el ambiente de los grandes acontecimientos ante lo que era el retorno de la Lírica, sin las grandes restricciones de la pasada temporada.
Son muchas las cosas que hemos de agradecer a Javier Menendez, director del Maestranza y todo su equipo, capitaneado por la siempre eficaz y atenta Rocio Castro, por haber mantenido el Teatro abierto aún en las peores circunstancias, así como por la elección de la partitura que nos había de reencontrar con la Ópera. Nada menos que Puccini con su Tragedia Japonesa.
Dado que las críticas se podrán leer en la prensa de hoy, nosotros queremos resaltar tres detalles:
La gran actuación de la soprano Ermonela Jaho en ese campo desolado tras las explosión de la bomba de Nagasaki.
Foto: Diario de Sevilla |
La imagen de Cio Cio San subida a su atalaya, convertida por ella en suelo americano, que nos hacía recordar aquellas mujeres de nuestros pueblos marineros, antes de que existiera la técnica y que oteaban con desesperación el horizonte esperando las llegadas de sus "hombres", mientras sonaba, sin presencia escenica de sus interpretes, ese fantástico Coro a Bocca Chiusa.
Foto: Diario de Sevilla |
La gran actuación del niño de cinco años, a quien ya había alabado el director de escena en la Mesa Redonda, y de forma especial su reacción ante lo que en su inocencia preveía como tragedia.
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