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miércoles, 1 de febrero de 2023

FELIZ EL ÁRBOL QUE PRODUCE ESTAS DICHOSAS RAMAS

Catedrático Emilio Gómez Gonzalez

Hace unos días, toda la prensa sevillana se hacía eco del fallecimiento, a la edad edad de 55 años,  de Emilio Gómez Gonzalez, investigador y también profesor en la Escuela Superior de Ingenieros, además de su colaboración con el Proyecto Humaint del Joint Research Center (JRC) de la Comisión Europea, donde se encargó de la investigación de los aspectos sociales de las tecnologías basadas en inteligencia artificial, siempre desde el ámbito de la salud y otras muchas cosas, que le valieron multitud de distinciones. 

A modo de ejemplo, se puede ver la noticia publicada por Diario de Sevilla AQUÍ

Pero nos queremos quedar con una palabras de nuestra querida y admirada Eva Diaz: Emilio Gómez era una mente ejemplar, un sabio honesto, discreto y generoso que hizo mejor la vida de los otros.

Profesor Emilio Gómez Piñol

Solo ahora hemos podido caer en la cuenta que se trataba del hijo de  Emilio Gómez Piñol, brillante catedrático de Historia del Arte de nuestra Universidad,  y sin duda dentro de nuestra "Facultad" del Aula de la Experiencia donde es tan querido, y con quien durante tantos años hemos aprendido tantas cosas relacionadas con el Arte, y si bien no sabemos si nuestras palabra le llegarán puesto que desconocemos su estado de salud, física y mental,  desde antes de la pandemia, le queremos transmitir nuestro más sentido pésame.


Además, nuestro profesor siempre ha tenido unos bonitos detalles con La Décima, y en ocasiones nos mencionaba lo feliz que también fue durante su estancia de varios años en Murcia, siendo miembro correspondiente de la Real Academia de Alfonso X El Sabio de Murcia, desde el año 1991.

Y, siendo Gómez Piñol un gran amante de la Ópera, le acompañamos y abrazamos con este Intermezzo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por recordar a Gómez Piñon. Gran hombre. Siento su desgracia. Este intermedio de Cabaleria rusticana es algo que me serena el espíritu cuando lo oigo. Miguel

Anónimo dijo...

Piñol, perdón