La UNESCO, en una operación de rescate sin precedentes en la que participaron más de 50 naciones, los trasladó a fines de la década de 1960.
Los viajeros que regresaban del sur de Egipto hablaban de la existencia de templos situados entre el desierto de Nubia y el río Nilo.
Los majestuosos colosos de piedra que se erigían de las arenas del desierto guardaron su secreto a salvo de las generaciones posteriores.
Durante siglos, Abu Simbel, Dendur, Amada y otros monumentos sufrieron saqueos, terremotos, tormentas de arena e inundaciones hasta que casi los devoraron las aguas de la presa de Asuán.
En 1960, el entonces presidente de Egipto, Abdel Nasser, ordenó la construcción de la presa. La crecida del Nilo habría arrasado con los templos de Ramsés II y Cleopatra, entre otros.
Como reconocimiento a la participación de España en esa operación de rescate, se nos asignó esa maravilla que podemos admirar en Madrid, el Templo de Debod.
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