Como tantas otras cosas, nuestra cultura también se ha visto influenciada por la anglosajona, de forma que ha llegado a establecerse una celebración tradicional, que no nos es propia.
El origen hay que buscarlo en el siglo III en que un sacerdote llamado Valentín que ejercía en Roma fue el personaje que inspiró esta tradición. En aquella época el Imperio Romano era gobernado por el emperador Claudio II, quien decidió prohibir la celebración del matrimonio para los jóvenes.
Fue el papa Gelasio I en el año 494 quien designó el 14 de febrero como el día oficial de San Valentín. La festividad fue incluida en el calendario litúrgico tradicional y fue celebrado en la Iglesia católica durante los siguientes 15 siglos.
En 1969, el Concilio Vaticano II eliminó esta festividad del calendario, pero ya era tarde. San Valentín, como celebración del amor, había echado raíces en varias sociedades.
La Música ha estado afectada por el Amor desde sus inicios pues no en balde, la Música es capaz de influir en nuestras emociones en todo momento, y también el Amor y, por supuesto el Desamor le ha devuelto a la Música esas emociones, inspirando cosas tan bellas como esa ópera compuesta en el Siglo XVIII y su famosa aria. ¿Que haré sin mi Euridice? o el desamor más desgarrado como algo más moderno, Ne me quitte pas de Jacques Brel, por citar solo dos ejemplos de lo que indicamos.
Hay que aclarar para los no entendidos que no se trata de una situación de lesbianismo, sino que el papel de Orfeo lo interpreta una mujer, en este caso Janet Baker.
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