Durante sus viajes visitó España, donde conoció y admiró la música popular española, de la cual utilizó el estilo de la jota en su obra La jota aragonesa.
Recuerdos de Castilla, basado en su prolífica estancia en Fresdelval, «Recuerdo de una noche de verano en Madrid», sobre la base de la obertura La noche en Madrid, son parte de su música orquestal.
Glinka fue el primer compositor ruso en ser reconocido fuera de su país y, generalmente, se le considera el 'padre' de la música rusa.
Su trabajo ejerció una gran influencia en las generaciones siguientes de compositores de su país.
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