Su estilo de dirección era tan firme como seguro, valiéndose de una gesticulación integral que a veces caía en una fijación visual casi obsesiva.
Como intérprete de Bach, Harnoncourt logró elaborar un discurso musical dinámico y afiligranado que contrastó con el estilo monumental y lineal de las interpretaciones precedentes.
Su labor como director de las óperas de Monteverdi es considerada como histórica y concienzuda, llegando a adoctrinar a los miembros de la Orquesta de la Ópera de Zúrich en la ejecución de instrumentos originales.
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